martes, 29 de marzo de 2011

No seas vasco

Cada vez que me comportaba como un cabezadura mi abuela María Luisa me decía: "no seas vasco". Me recordaba la sangre que llevo y me alertaba del peligro que siempre nos acecha: caer de la virtud de la tenacidad en el vicio de la testarudez. Lo que se hereda no se roba. Ella lo sabía, así que comprenderá que siga en el empeño.

Ya son demasiados años de cansancio moral por lo que vemos en la esfera pública y de esperanza fundada en lo que vemos en nuestras esferas privadas. El mundo que algunos están edificando públicamente no es el mundo que muchos de nosotros deseamos ni el que estamos edificando privadamente, según nuestras responsabilidades, en aquello que nos toca: nuestras familias, nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestras decisiones éticas, nuestros compromisos con lo que creemos fundamental e importante.

Estoy convencido de que somos muchos quienes compartimos una visión distinta de la realidad de las cosas y quienes esperamos algo mejor del futuro. Una gota (ya no importa cuál) terminó de decidirme a empezar por algún lugar: decir lo que pensamos, compartirlo, reflexionar crítica y colectivamente, y sentirnos cerca unos de otros: no estamos solos, sino que somos muchos.

Que se empiecen a oír otras voces. Seguramente podremos ver que nos unen muchas más cosas de las que nos separan.

Para estar unidos no necesitamos un pensamiento único, sino por el contrario, compartir una búsqueda sincera y respetuosa de la verdad, de la bondad, de la justicia, de la belleza, de la paz, de la trascendencia, de aquellas cosas que nos acercan al mundo que buscamos edificar.

Vivir todo eso se trata de algo serio y, en el mundo que vivimos, hasta heroico. Nada que ver con sensiblería estúpida de frases bonitas.

En decir la verdad, en buscar la justicia... se nos va la vida. Algo que están imposibilitados de hacer quienes se asocian a estas ideas por un conservadurismo retardatario, que no busca ningún cambio en el mundo, sino demorar cualquier cambio, bueno o malo; y por las posiciones reaccionarias de izquierda, que tanto daño también vienen haciendo sirviéndose simbólicamente de esas ideas. Las más humanas posiciones políticas y sociales han estado y están claramente lejos de esas posturas: a favor y del lado del hombre. Y del hombre integral. Es redundante decir, pero estamos obligados, de la democracia, del estado de derecho.

Hagamos el intento de compartir nuestras reflexiones sobre esta realidad que nos toca vivir y sufrir, y nuestras ideas para modificarla.

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